Hola a todos, mi nombre es
Valery Sabrina Penagos Barreto, nací el 19 de Octubre del 2006 y tengo 16 años
actualmente. Nací en el hospital Javerianos en la Unidad Materno Infantil en
Ibagué, capital del Tolima, en Colombia. Mi madre es Dora Barreto Mora y mi
padre William Penagos Quintero; tengo un hermano mayor, su nombre es Michael
Andrey Penagos Barreto.
Mi madre trabajaba en ese entonces en la Feria Escolar sede en el centro, mi papá trabajaba en un local de artículos deportivos, o hacía trabajos varios, el dejó su empresa hace al menos unos 7 años y ahora se dedica a hacer avisos, retablos, soldar y diferentes oficios.
Mientras mi madre laboraba una vecina me cuidaba la mayor parte del tiempo, hasta los 3 años entré al jardín infantil Casaloma donde inicié mis primeros estudios y también participé en eventos culturales como el folclorito y encuentros comunitarios.
Mi madre trabajaba en ese entonces en la Feria Escolar sede en el centro, mi papá trabajaba en un local de artículos deportivos, o hacía trabajos varios, el dejó su empresa hace al menos unos 7 años y ahora se dedica a hacer avisos, retablos, soldar y diferentes oficios.
Mientras mi madre laboraba una vecina me cuidaba la mayor parte del tiempo, hasta los 3 años entré al jardín infantil Casaloma donde inicié mis primeros estudios y también participé en eventos culturales como el folclorito y encuentros comunitarios.
Cuando era pequeña, me caracterizaba por ser una niña hiperactiva, amistosa y alegre, tuve eventos que comprometieron varias cosas de las que son ahora, por ejemplo, mis dientes separados, que son una muestra de haber chupado dedo hasta más de los 5 años, algo que no recomiendo para nada. También me caí de una banca y me golpeé la boca pero no pasó a mayores.
En el preescolar, comencé una nueva vida, recuerdo que no distinguía entre “a” y “b”, pero estaba segura de que iba a conocer nuevas aventuras en mi vida. El colegio se llama Jose Celestino Mutis sede Lorencita primaria, normalmente dos letras o números por cada grado en dos jornadas, en mi caso, yo siempre transcurrí en el “b”, y pensaba que sucedía en el “a”, algunas veces nos comparaban o chismoseaban sobre que pasaba en el “a”, siempre me surgió curiosidad. Yo quería estar en el preescolar “a” porque tenía baño y ventanas con un amplia vista, eso distrae mucho pero pensaba que tenía cosas bonitas que mi salón no tenía. Mi salón tenía animales y colores pintados en la pared y una tarima, los pupitres eran en forma de trapecios, de color verde igual que las sillas, era tan pequeña que mi cartuchera alcanzaba a estar dentro de mi asiento y sobraba algo de espacio, aunque después dejé de hacerlo porque tenía la creencia de que Dios me acompañaba y ese era su lugar la profesora Rubiela era amigable y nos ensañaba muchas cosas.
Los cuadernos eran de
cuadros grandes y veíamos las vocales, números realizábamos manualidades con
papel seda, fotocopias, pinturas y otros. En educación física a veces hacíamos
ejercicio y otras veces nos acostábamos a dormir. Me encantaba escuchar rondas
infantiles en el computador de mi casa.
El preescolar tuve un incidente que me afectó la mano izquierda, caí mal y me llevaron al hospital, dónde tuve una fractura menor.
El preescolar tuve un incidente que me afectó la mano izquierda, caí mal y me llevaron al hospital, dónde tuve una fractura menor.
Siempre fui zurda al escribir, y esto me parecía gracioso porque siempre que había la oportunidad, tomaba el puesto zurdo, que casi siempre eran 1 o 2, y me convencí de que ese puesto tenía un defecto, porque normalmente no son comunes, siempre me sentía excluida y tuve que acostumbrarme a los pupitres derechos cuando únicamente habían de estos.
En primero, la docente de grado era Margarita, solo que después la cambiaron por otra docente nueva en la Institución, quizás pidió cambio de dirección o jornada porque no la volví a ver tan seguido. La profesora recién llegada era Jasmin Salinas, fue una profesora paciente y que emitía un aura de calma y cómoda. Ese año había una chica de once haciendo servicio social, nos explicaba las sumas y restas, empezábamos a entrar en el inglés y continuamos con las actividades recreativas y artísticas, me preguntaba si algún día podría llegar a ser tan colaborativa como la chica del servicio social, fue uno de mis primeros objetivos. Cuando permanecía en ese grado, tenía acceso al parque y rodaba por el pasto imitando a mis compañeros, jugaba y compartía en el descanso.
Aún recuerdo cuando una compañera me aprisionó el dedo del medio contra la puerta, desde ahí, tuve bastante sensibilidad en mi mano.
En segundo, el primer día había llegado tarde y no conocía mi salón, me sentí avergonzada pero luego la profesora Jasmin me preguntó afueras de un salón bajando la rampa de primero A dónde vas, ¿Estás perdida?, en ese momento no sabía si me tocaba en “a” o “b” porque mi madre no había dicho nada al respecto, entre la duda y confusión entré al salón del primero que dirigía la profesora Jasmin, que era una profesora que empecé a distinguir. En esa época comenzaron a restringir las idas al baño y dejé de salir a jugar porque después de que me pegaron en el rostro con un balón de futbol, me dio miedo cruzar para ir al parque, y este casi siempre estaba lleno. Me enfoqué en conocer a mis compañeros y continúe el ciclo con normalidad, participé en actividades institucionales y empecé a izar bandera como reconocimiento.
En tercero me sentí con mayor responsabilidad y compromiso, ya no daba quejas a los docentes, la directora seguía siendo Jasmin y me acostumbré rápido al entorno, recuerdo que nos llevaban a las piscinas del Maracaná en los días de educación física, pero por ese tiempo, descubrí un nuevo miedo que era al agua, nos enseñaban técnicas de natación básicas, incluso saltar o permanecer en el agua y no alcanzar el suelo me daba terror, sentía que podía ahogarme, me sentí atemorizada al mostrarme en público, mientras todos jugaban y hablaban en las salidas. No quería perder contra ellos, por lo que hice amistades con personas similares a mí, pero había empezado a sembrarse un ambiente de rechazo en el salón, algo como envidia e intolerancia, porque yo sobresalía en las notas, mis compañeros sintieron un trato especial hacia mí y a causa de eso, tuve una especie de ataque de ansiedad, una compañera me acusó y lloré, cosa que desde ese momento nunca volví a repetir, me sentí vulnerable y no supe reaccionar, pero no le di la razón.
En cuarto tuve un inconveniente similar, me acusaron sobre un supuesto robo, yo explique que en cierta medida fue mi culpa, pero no robé nada, ese día es el más amargo del colegio, y lamentablemente el más lúcido, donde estoy hablando sin parar pero la profesora a cargo, que era temporal, me hizo sentir otra vez insegura y después de eso, la comunicación que tuve con una compañera, con la que todavía me encuentro en el colegio, se malogró.
Intenté probar nuevas relaciones, y me reunía con compañeros divertidos, pero luego tuve una experiencia que me hizo cuestionar a la docente Jasmin, por lo que empecé a imponer límites a mis palabras, a las acciones que tomaba, a mis pensamientos, todo lo regulaba con tiempo, y sostenía que era mejor callar que decir algo equivocado. En los últimos días de clase, la docente organizó un compartir, nos regaló medias aunque todos queríamos juguetes. Fue un tiempo grandioso donde empezamos a ayudarnos y conocernos. Ese año se caracterizó porque participé cantando y en folcloritos donde llevaba varias rachas seguidas que mis padres grabaron y cada tiempo recopilamos como un álbum.
En quinto conocí el dibujo y trabajé en investigar otras formas de plasmar arte, me sentí interesada en la mayor parte del año porque era un hobbie que me consumía mucho tiempo. Nos escogieron para la entrega de símbolos, al igual que fue mi última vez siendo parte de un folclorito. En los últimos días me sentí distante de mi grupo por un inconveniente que tuve con un grupo de compañeros.
Este año es característico, porque resurgí a causa de una tarea un nuevo recuerdo sobre una experiencia que tuve hace 2 años, mi casa fue el blanco de un ataque de abejas africanas, recuerdo ese momento amargo y terrorífico porque no entendía lo que sucedió, pero salimos sanos y salvos de esa experiencia complicada.
En sexto, alcancé a culminar mi año dentro del mismo colegio, mi papá me recogía hasta tarde, en varias ocasiones era la última en salir de todo el colegio, hasta veía llegar la noche. Ocurrieron varias cosas durante ese año, por ejemplo, habían rumores sobre mi, también hubo peleas, y un ambiente no tan balanceado. Fue mi primer año con varios docentes, ya que toda la primaria la profesora Jasmin siempre había sido mi directora de grado, y en informática una docente diferente la cuál no recuerdo su nombre. En sexto, mi directora de grado era Luz Marina, y estudié con profesores como Otavo, Olga Moyano, Marcela, Esleida, y fueron muy rigurosos con nosotros. No participé en el folclorito porque no estaba bien organizado y no lo hicieron con tiempo, en cambio, participé en mostrar mis dibujos, que era en el momento, una habilidad que empezaba a descubrir y todos mis compañeros ya lo estaban notando. Estuve cerca de perder una materia la cuál era Ciencias Naturales, así que desde ese momento decidí tomarme con más seriedad las actividades.
La primaria para mí fue una fase más duradera que bachillerato, fue importante porque tuve un desarrollo mental y en mi cuerpo, experimenté un montón de emociones y situaciones que me hicieron entender un poco, como iba a ser mi historia de ahora en adelante. Lo que si extrañaría de primaria es el montón de trabajos de artística donde siempre habían manualidades para fechas importantes, eso me ayudó a descubrir más rápido mis intereses hacia el arte.
En mi niñez, mis gustos eran influenciados por los de mi papá y pocas veces de mi mamá. Mi padre siempre ha sido amante de la música, siempre ha sido reservado y nos invitaba por esa época a escuchar música, mayormente en idioma inglés, películas ochenteras, cultura asiática y k-pop; en cambio mi madre, fanática de Adele, Shakira, Pop y canciones románticas contrastaban y encajaban al mismo tiempo como un rompecabezas. Poco a poco formó parte de mi ese aspecto, y no lo podría cambiar por nada en el mundo.
La canción que me hace cantar:
La canción que me hace pensar:
La canción que me pone triste:
Cuando empecé séptimo, me encontré con muchos compañeros nuevos, tanto que me sentía insegura; todos los compañeros que conocía hasta ahora, estaban repartidos entre los 3 séptimos, yo era 7-2 y con profesores nuevos, perdí el ritmo. Aunque mi hermano del grado 11 me acompañaba en los descansos, noté en él una sensación diferente, estaba cansado y enojado por muchas cosas, ¿Terminaré igual que él cuando acabe el año?.
Recibí una medalla del colegio por perseverancia, me sentía motivada y con compromiso. La profesora Flor Alba me dio un detalle y la tuve muy en cuenta.
Me invitaron a una obra teatral sobre las quemas en lugares apartados, evento organizado por la Gobernación del Tolima.
En cuanto a redes sociales, conocí una aplicación de comunidades y chats llamado Amino. Aparte de WhatsApp y Pinterest, lo que conocía de la internet era muy escaso. Esta aplicación me dio a conocer los primeros grupos sociales, comprendí que el mundo era más grande de lo que había creído, con el tiempo descubrí el anime y manga, empecé a dibujar exclusivamente personajes anime, podría decir que el 80% de mis dibujos durante mi trayectoria artística eran alusivos o tenían características del anime; otros trabajos eran retratos, experimentos y series animadas.
En octavo todo lo vi de la misma forma, el dibujo era algo que me identificaba pero no lo mostraba por temor, siempre me esforcé en ocultarlo para evitar burlas y comentarios, cuando mi esperanza de conseguir amigos estaba en el borde; llegó la pandemia y todo cambió radicalmente.
La cuarentena se convirtió en una palabra diaria, la escasez de comida era una realidad, y no había trabajo por ningún lado; sentí el temor y angustia de mis padres, que trataban de no hacerlo evidente, mi hermano tomó un descanso por esa época pero yo estaba incomunicada con mi profesora y mis compañeros, sentía duda sobre si habrían hecho algo en el colegio que yo no sabía o si en realidad ya no habría más colegio para mí ese año. De alguna forma me sentí culpable por pensar que debía seguir siendo cerrada frente a todas las puertas abiertas frente a mi que ahora ya no volveré a ver por la pandemia.
Un tío por parte de mi madre falleció y mi madre se vio afectada mentalmente, por esos días, me sentí arrepentida y estresada.
La profesora Luz Dani, directora ahora de Octavo dos, me encomendó reunir el mayor número de contactos de WhatsApp posibles para reanudar las clases, está vez, de manera virtual. Muchos tuvieron que conseguir herramientas digitales en poco tiempo para adaptarse al nuevo entorno educativo a larga distancia.
Al principio sentí una especie de adrenalina hacia algo nuevo, pero con el tiempo, no sentí conexión, no aprendía como era debido, y lo que aprendía no lo recordaba. Me sentí aislada y con miedo sobre el COVID-19, sentía que podría estar en el aire o en cualquier lugar, y que podría atacar a mi familia en cualquier momento.
Gracias a Dios, nunca pasó, ese año me hicieron mandar una exaltación por WhatsApp, por haberme destacado en varias áreas, este lo tengo guardado en una carpeta con casi todos los boletines de mi colegio.
Lo que rescato es que por este año aprendí mucho sobre el dibujo y pedí una tableta gráfica que me hizo innovar en el dibujo digital, me sentí entusiasmada y realicé varios trabajos que compartí en el internet mediante una cuenta de Instagram.
Noveno lo sentí familiar, volví a ver profesores de antes, fue mi primer año con el profe Heberth, con los mismos compañeros del año anterior, sentí que podía pasar este año también, incluso planeaba promoverme al siguiente año, cosa que no había logrado en el pasado, pero está vez, por cuestiones de organización, no lo alcancé. Me dolió durante días porque si perdía la oportunidad, no podría hacerlo más adelante porque sería más difícil.
Conocí mucho acerca de historia, y con el profe Heberth, sentí que las clases eran muy valiosas, por eso me esforcé en participar y dar mi granito de arena para que las clases virtuales fuesen posibles, ya que notaba en algunos compañeros descontento por los horarios y la modalidad que practicábamos ya por 2 años seguidos.
Cumplí mis quince años y realizamos una fiesta familiar, pese a los inconvenientes, sentí profundo agradecimiento por hacer mi día especial, y es un día que llevaré grabado en el corazón, ya que me enseñó que somos humanos que cometemos errores, pero que el día se salva si entre todos nos apoyamos y nos convencemos de que somos los reyes así sea, solo una noche de fantasía.
Al terminar el año, perdí a Tom, uno de mis 3 gatos que llevaba en la familia por 10 años. En el momento no sentí mucho impacto por la noticia, pero luego me hacía falta y se volvió un recuerdo vago y doloroso que me cuesta recordar.
Décimo fue una época compleja, por un momento pensé que todo en lo que había trabajado en el aspecto social y personal, trató de alinearse con la presencialidad, pero el miedo y la incomodidad surgieron de un lugar donde se supone que ya había olvidado por años, sentí necesaria una pausa, porque todos actuaban como sino hubiese pasado nada, pero mi en mi interior me sentí excluida nuevamente.
Por mucho tiempo luché conmigo misma para intentar manejar el estudio, y en ocasiones, parecía funcionar y volvía a ser otra vez la misma de siempre, pero luego volvía y me equivocaba, y por cada error era un terrible castigo. Me refugié en varios compañeros, pero no funcionaba para mi. Después de mitad de año, ignore muchas situaciones y fui directo al grano; perdí una materia el último periodo pero seguí adelante y terminé cansada y retraída, mi esperanza era que once sería mejor.
Durante este año, el Lettering era un nuevo campo que quise investigar, principalmente porque decoraban hojas y títulos con colores y detalles simples, por eso acompañé el color con el dibujo y potencié la habilidad de creatividad que dejé en la pandemia.
Hice parte de una muestra empresarial del Sena en la sede primaria del Jose Celestino Mutis con nuestro proyecto "Pinchazos" pinchos de fruta.
El año 2023 comenzó con la llegada de una nueva integrante a la familia, Bonnie, el conejo de mi hermano. Mi mamá volvió a trabajar en la Feria Escolar, después de varios años sin trabajo y un contrato temporal. En algún momento anduve más sola de lo usual, pero me distraía con mi cuenta de dibujos en Instagram y creaba un mundo donde era posible lo imposible.
Once me emocionaba, me daba miedo y felicidad, no sé si por finalizar la escuela o por no estar segura de conseguirlo, pero empecé a cargar con mayores responsabilidades. Cuando entré me sentí como en primaria, un nuevo año con nuevo salón, profesores y compañeros, pero está vez no estamos separados, solo hay un once y aquí conozco a la mayoría, muchas caras conocidas me hablaron y les respondí.
Aporté en el folclorito del grado Once elaborando en conjunto un Cristo Redentor con cartón y papel.
La profesora Leidy es una fantástica directora de grupo, nos ha enseñado de primera mano, la verdadera travesía de once, la importancia de un buen comportamiento, que diariamente somos monitoreados y cuestionados por todos, y que todos representamos el resultado de 11 años de aprendizaje y arduo trabajo constante en el colegio. El significado de estudiante trascendió de manera significativa y ahora es nuestro deber escalar y llevar en lo alto el nombre del colegio.
Hasta la mitad del año, todas las charlas fueron efectivas pero siempre he sentido ese lado inhumano que no logra abandonar el grupo, había una ruptura y cuestionamientos que se transformaban en calumnias que incluso me involucraban y me enojaban, tanto era el ambiente pesado de mi salón, que llegaba a mi casa a desquitarme con mi familia, y luego me sentía culpable sin razón aparente.
El día que presenté el ICFES, estaba nerviosa y decidida al mismo tiempo, no desayuné correctamente y tenía malos pensamientos, en el descanso de 1 hora, no almorcé y en cambio comí 2 bananas para calmar el hambre, sentí que nunca me había arriesgado tanto como en ese momento.
En Septiembre tuve la oportunidad de ir a Bogotá por primera vez, lo más difícil de este viaje fue el recorrido, pero aún así, disfruté la experiencia y conocí un nuevo lugar, con pocas montañas y un clima diferente.
En Octubre, ayudé en mi última feria de la ciencia y la tecnología en el bachillerato,
Últimamente me llama la atención ver videos de aviones, desde el despegue hasta el aterrizaje, comenzó como una búsqueda sobre accidentes pero ha escalado considerablemente, son aspectos relativos.
Nuevamente expongo el proyecto productivo del año pasado con la idea empresarial "Pinchazos"
Planeo graduarme con mis compañeros y finalizar el técnico del Sena con buenas calificaciones, descansar y pasar el tiempo con mi familia,En el futuro busco estudiar en el Sena y terminar el tecnólogo en Gestión Empresarial, impulsar mi cuenta de dibujos para ser más reconocida, estudiar diseño o animación en la Universidad y crear mi propia empresa enfocada en artículos personalizados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario